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El reto de ser el cuerpo de Jesucristo

Por Moises Sandoval | Catholic News Service

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Santa Teresa de Ávila (1515-1582) nos reta a través de los siglos con un poema titulado, “Cristo no tiene cuerpo salvo el tuyo”, citado recientemente por Lynn Campbell, directora ejecutiva, de la Oficina del Ministerio para Justicia Social de la Arquidiócesis de Hartford, Connecticut:

“Cristo no tiene cuerpo, sino el tuyo, no tiene manos, o pies en la tierra, sino los tuyos, tuyos son los ojos con los que ve la compasión en este mundo, tuyos son los pies con los que camina para hacer el bien, tuyas son las manos, con el que bendice todo el mundo. Tuyas son las manos, tuyos son los pies, tuyos son los ojos, eres tu su cuerpo. Cristo no tiene otro cuerpo sino el tuyo”.

Hay un sinnúmero de personas por dondequiera que de verdad son el cuerpo de Cristo y es lo que nos da esperanza. Sin embargo, ellos no presumirían identificarse como el cuerpo de Cristo. Serían demasiado humildes y además muchos de ellos son de diferente fe, y, supongo que incluyen otros sin ninguna afiliación.

Pero todos tienen profundamente en su ser la disposición para responder a los desafíos de Mateo 25: Dar pan a los hambrientos, visitar a los enfermos, ayudar a los presos, consolar a los afligidos.

Trabajan sin despertar atención, dando ayuda como la que Campbell y su equipo brindaron a Luis Barrios, un guatemalteco recientemente salvado de deportación. “Nuestro equipo de inmigración pudo conectar al señor Barrios con organizadores de la comunidad y con abogados. Debido a sus esfuerzos, el señor Barrios está celebrando el lujo de vivir con su familia por dos años más antes de tener que pedir permiso para quedarse con ellos otra vez”.

Pero en otros casos, ser el cuerpo de Cristo implica tomar grandes riesgos, como el que tomaron los participantes en la misión de la Sociedad Médica Sirio-Americana que ayudan en el campo de batalla en Siria.

Scott Pelley, cuando era locutor de las noticias nacionales CBS Evening News, acompañó a un médico joven de Chicago quien dijo: “Trabajamos sabiendo de que podemos morir o resultar heridos, lesionados, porque las bombas caen tan cerca que nos desploman”.

Desde 2011, la Sociedad Médica Sirio-Americana ha enviado más de 100 médicos a Siria y recaudado 97 millones de ayuda.

Una reciente edición de la revista Columbia, de Columbia University, publicó un artículo sobre la Iniciativa de Justicia en Educación, que brinda clases universitarias a prisiones de la zona de Nueva York.

La profesora Laura Ciolkowski, quien da clases en el programa, dijo: “La prisión deshumaniza. Hace ver a las personas como objetos. El valor de entrar a una clase, a un espacio en el cual uno es un ser humano y no un preso, es incalculable”. Fuera de la clase, sus vidas se tratan sólo de un pasado que resultó en el encarcelamiento, dijo. “Dentro de la clase, ellos son personas con un futuro, con la habilidad de pensar fuera de sí mismos”.

La iniciativa fue fundada en parte por mujeres quienes recibieron la oportunidad de una educación universitaria mientras estaban encarceladas (por muchos años) por crímenes serios y que ahora dan clases en el programa, ayudando a los presos a recuperar su humanidad.

Recientemente también Maddy Pliskin, alumna de 17 años en la escuela Hall High School en West Hartford, Connecticut, escribió una nota en el periódico Hartford Courant expresando la esperanza que la iniciativa de Michelle Obama, llamada “Permitan que las jóvenes aprendan”, sobreviva. “Quita las barreras contra la educación para las mujeres” alrededor del mundo, escribió. Actualmente más de 62 millones de niñas no están en la escuela. La educación le salvaría la vida a 98.000 mujeres que mueren en el parto.

Maddy nos enseña que nadie es demasiado joven para hacer el trabajo de Dios.

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