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La compasión hacia inmigrantes florece

Por Moises Sandoval | Catholic News Service

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Helen Keller dijo algo en un contexto diferente que inspiró el tema para mi columna este mes. Keller, quien era ciega y sorda, fue autora, activista política y profesora en el siglo veinte, y escribió:

“Las mejores y más bellas cosas en el mundo no se pueden ver o siquiera tocar — tienen que ser sentidas en el corazón”.

Un reciente desborde de compasión en Connecticut que recibió un refugiado guatemalteco y su familia, ciertamente pertenece a esa categoría.

Luis Barrios, de 51 años que trabaja en Derby en la limpieza, enfrentaba inminente deportación después de haber vivido 24 años sin documentos en Estados Unidos. Llegó en 1992 cuando tenía 27 años, obligado a abandonar su patria debido a amenazas de muerte.

Su padre fue asesinado poco después y su hermano sufrió la misma desdicha en 2004, según reportajes en el diario Hartford Courant. En 1998, inmigración rechazó su petición de asilo cuando no se presentó para una visita.

En el entremedio, Barrios se casó y él y su esposa, Dora, tuvieron cuatro hijos: Jessica, ahora 19 y en la universidad; Lester, de 16 años; y dos hijas gemelas de 11 años, Gabriela y Sindy. Todos son ciudadanos de Estados Unidos.

En 2011, un policía estatal paró y multó a Barrios por manejar con una luz trasera del auto rota y lo reportó a inmigración. Fue la única vez que Barrios llamó la atención de las autoridades federales. Ese año la sobrina de 16 años de su esposa en Guatemala fue secuestrada y asesinada, y dos de sus sobrinos fueron balaceados, uno fatalmente.

Desde entonces, Barrios ha enfrentado la posibilidad de ser deportado pero ganó una estancia, renovada anualmente hasta este año. Recientemente, estaba a un día de ser deportado.

Pero la compasión floreció como flores en primavera. Los dos senadores nacionales de Connecticut, Chris Murphy y Richard Blumenthal, y la representante Rosa DeLauro abogaron fuertemente por Barrios y su familia, con el apoyo de la comunidad, con el apoyo de organizaciones de inmigrantes, el grupo Working Families, y representantes de sindicatos laborales.

Cien personas protestaron en la entrada de un edificio federal de Hartford, donde 19 fueron arrestadas. Erin O´Neill-Baker, abogada de Barrios, se dedicó con mucha energía para prevenir su deportación. El periódico Hartford Courant y estaciones de televisión locales reportaron el caso de Barrios en detalle.

Barrios evitó deportación a Guatemala sólo por un día y recibió un mes de indulto. Reporteras Kathleen Megan y Rebecca Lurye escribieron en el Courant que DeLauro le dijo a la familia Barrios: “Quiero llorar de alegría. Me siento tan contenta con todos ustedes, y damos gracias a Dios. Además de todo, demos gracias a Dios que las autoridades decidieron hacer esto”.

DeLauro, Murphy y Blumenthal siguieron abogando con el Departamento de Seguridad Nacional y el 13 de mayo Barrios recibió una suspensión de deportación por dos años. Blumenthal declaró que Barrios enfrentaba “riesgo serio de muerte, tortura o lesión” si volvía a Guatemala.

Blumenthal señaló que el caso de Barrios es excepcional, añadiendo que hay otros inmigrantes indocumentados en Connecticut enfrentando deportación, que, como Barrios, no tienen record criminal. 

De hecho, el periódico The New York Times reportó que a nivel nacional, del 22 de enero 22 al 29 de abril, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, arrestó a 41,318 inmigrantes, de quienes más de la mitad no habían cometido ningún delito, salvo el hecho de haber entrado a los Estados Unidos sin documentos, que históricamente no ha sido crimen, sino una violación civil.

Afortunadamente, a nivel nacional la compasión está retoñando. El programa “60 Minutes” de la estación de televisión CBS reportó que muchas iglesias y ciudades se han declarado en estado de santuario. En West Hartford, veo más y más pancartas en las casas que dicen, en inglés, español y árabe: “No importa de dónde eres, estamos contentos que seas nuestro vecino”.

En 1916, Helen Keller dijo que nuestra única razón para estar en este mundo es para ayudar a nuestros compañeros y que sólo llevando a cabo este propósito podemos encontrar el secreto de una felicidad que durará por mucho tiempo.

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